lunes, 23 de febrero de 2015

¿Por qué ciertos perros son tan difíciles de controlar?


La mayoría de los perros domésticos se acomoda muy bien en la vida familiar, pero, de cuando en cuando, surge un macho que se convierte en un ser perturbador. Muerde a los visitantes sin que exista provocación alguna, si orina en la casa y, tozudamente, se niega a obedecer las órdenes. Cuando sale a la calle, es él quien lleva a su amo a pasear en vez de ser a la inversa. Se para cuando le da la gana y anda cuando se le apetece. Todos los intentos para hacerle avanzar son inútiles y cualquiera de los modelos de correas para perros son inservibles. A la hora de comer, ignoran el cuenco de la comida, aunque le compremos el mejor pienso para perros, y tiene que ser alimentados con delicadas especialidades. ¿Como puede el animal doméstico desarrollar este tipo de personalidad?

La respuesta es penosamente obvia, aunque los dueños de tales perro se niega a aceptarla. El hecho es que, a los perros de esta clase, se le ha permitido convertirse en los miembros dominantes de su manada. Cada lobo macho trata de conseguir este estatus en una manada salvaje, y los perros domésticos no son diferentes. Los humanos tienen una gran ventaja sobre sus perros en el pulso por el dominio, porque físicamente son mayores. pero si no lo establecemos desde el principio, llegarán a la conclusión de que son, en realidad, el individuo dominante del grupo. Esto no requiere decir que exista luchas auténticas con sus amos. Simplemente, puede ser en una confrontación porque el perro se las arregla para imponerse a sus compañeros humanos cuando le digan que haga una cosa y el perro insiste en hacer otra. Tras una larga serie de victorias de este tipo, el perro considerará que él es el dominante y comenzará a obrar en consecuencia. Esto incluye orinar dentro de la casa para mostrar que es su territorio, y tomar todas las decisiones cuando se sale a dar un paseo. Esta conducta no es anormal. Es perfectamente natural para el animal jefe llevar la iniciativa siempre que la manada está de cabeza. Por lo tanto, no puede entender porque sus decisiones acerca de echar a andar o detenerse son desafiadas. Asimismo, uno de los deberes de su jefatura es defender a sus subordinados (es decir, sus compañeros humanos) contra ataques de extraños.

De ahí sus agresiones al cartero, al lechero y ahí otros visitantes que llegan a la puerta.

Algunos adiestradores expertos son capaces de curar a esos perros difíciles a través de un amaestramiento disciplinario, para que vuelvan de nuevo ser miembros subordinados de la manada. Pero si se pone demasiado énfasis en la disciplina y la obediencia, el resultado puede ser un perro servil y sin carácter, de una clase sumisa y poco atractiva. El secreto es aspirar a un feliz término medio: equilibrar la autoridad del amo con la mayor libertad posible del perro.

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